Historia do Banco dos Namorados

De la quietud del Xardín Botánico Artístico de Padrón, quietud propia de esta bendita villa gallega, viene esta bella historia de amores, historia que no leyenda, porque es tan real y maravillosa como la vida misma.

A mí, me la contaba mi madre cuando era niño, y solo, aún no podía acercarme a comprobar este bello rincón padronés tan magníficamente ajardinado, narrado por su boca tan maternal…

La primera vez que entré en el jardín de mi pueblo fue un otoño, y noté de súpito su peculiar olor a humedades y a árbol, aquel aroma me acompañaría siempre al mentar esta romántica conjunción de flores y arboleda de mil y un país, que tan celosamente guarda mi pueblo…

Con los amigos de allí íbamos a media tarde, casi asomadas las sombras de la noche, a colocarnos estratégicamente simulados por entre los ramajes circundantes al “Banco del Jardín”, llamado por todos “Banco de los Enamorados”; era por donde las parejas acaramelaban sus sentimientos de amor sentados en aquellas rústicas y vetustas tres maderas clavadas a modo de curioso y singular banquito, el que iba ser entrañable para los recuerdos de todos los padroneses… Desde aquellas distancias por donde nos apostábamos nerviosos y expectantes se podían escuchar ecos de besos, y de las emocionadas palabras que los enamorados se decían al amparo de la intimidad de la noche y del recóndito lugar, lo que nos servirían como el aprendizaje que buscábamos todos ver y escuchar allí…

Los había más atrevidos y osados, los que se subían al árbol que tenía encima, y permanecían allí hasta que la pareja daba por rematada su acaramelada cita. Hubo quien una noche llegó tarde a su casa por no poder bajar el árbol hasta bien entrada la madrugada, recibiendo una buena reprimenda…

Mi madre me decía que también allí se sentaba con mi padre, y muy seguramente ambos en este banco del jardín nos soñaran a los doce hermanos que hoy somos de familia.

Un día de hace unos pocos años, volví desde Madrid a mi jardín, al rincón donde estaba aquel emblemático banquito de los grandes y románticos amores de mi pueblo. Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que bajo el arbolito de siempre no estaban aquellas cuatro maderas que formaron asiento a sueños, besos y palabras de amor que tuve por mi maravillosa infancia padronesa…

Entré en Padrón más triste que nunca, y con quien me cruzaba por la calle les iba manifestando mi triste decepción, hasta que la escuchó Cesáreo Pardal, y juntos emprenderíamos el restablecimiento de aquella simbología crucial de mi pueblo. Al empuje se unió Fernando Rey, quien a través de las modernas redes sociales aumentaría en más interesados colaboradores el interés para restablecerle al jardín su desaparecido “Banco dos Namorados”.

Su historia no podía morir así, y que nos tocara a nosotros ser los testigos de su tumba…

Íbamos hacer algo, y lo hicimos.

Aprovechando de mis habilidades para la escultura haríamos un modelo de banco más significativo y ornamentado… Lo tallaría primero en madera, para lo que solicité de mis paisanos ideas con el fin de plasmarlas allí… La madera sería de castaño y me la proporcionaría y acercaría Cesáreo a Madrid… Mi sobrino, Iván Rial, me propuso que tallara a Adán y Eva bajo un árbol… otro me propuso un ángel Cupido… otro un delfín… otro el mar-padrón fue orilla de mar en otro tiempo-…otro que no me olvidara de la Luna…otro que recordara la leyenda y hazañas amorosas de Macías “O Namorado”, el trovador de Carcacía… Así fueron naciendo los tallos plasmados sobre la futura escultura de lo que iba ser el definitivo “Banco dos Namorados do Xardín Botánico Artístico de Padrón (A Coruña)” en la Galicia casi hoy de la tierra adentro… Eloy Rodríguez Carbia de la Concellería de Cultura entonces, aportaría junto con el alcalde Camilo Rodríguez Forján, apoyo final ya desde el Concello a la idea de la reposición del emblemático símbolo del amor, de nuestro pueblo. En todo momento el pueblo de Padrón manifestó su colaboración económica para que el banco a reponer no fuera en madera, sino, que lo fuera en bronce, y permaneciera por más tiempo su presencia por allí.

Emocionado, añado, que salían de sus comercios a ofrecernos el dinero…

No puedo por más que decir que me alegra haber sido uno de los que impulsó esta bendita imagen de los bellos recuerdos de mi pueblo de Padrón, imagen que no debía caer en el olvido de las generaciones venideras, y así, seguir contando esta bella historia por los siglos de los siglos…

¡GRACIÑAS, PADRÓN!

 

Fernando Castaño.

Padrón.